No estoy hablando de religión sino de
cultura
africana en su más rica dimensión emocional
Veo por allí la expresión
“técnico de gramilla” y me parece pobre de contenido real. Quien posee
el saber vinculado a gramilleros y mamas viejas, sabe muchísimo más que
técnicas o habilidades danzarias, es un griot, un guardián o guardiana
de la historia oral afrodescendiente. Consulto a otras personas portadoras de la cultura,
referencias artísticas, talleristas, y coinciden conmigo.
Invito a cuidar el espíritu de las vivencias, porque podemos perder su
parte fundante y fundamental, su esencia, su historia, su origen y fuerza. Y
tal vez sin querer, ser cómplices de que se olviden y por eso mismo se repitan
episodios criminales contra la humanidad, prejuicios y privilegios, racismo y
desigualdades que no solo no terminan nunca, sino que se reproducen con nuevos
formatos.
Las figuras de “mama vieja” y “granillero” en el candombe danzado, “la
gramilla” como se dice comúnmente, los reyes que serían en realidad de la
comparsa, tienen una función primordial de ancestralidad y memoria a veces un
poco olvidada. Son el corazón del candombe.
Reducir eso a una rutina técnica, es desmerecer el rol de estos
personajes típicos sin los cuales no habría candombe y que simbolizan algo muy
profundo como para restringirlo a destrezas corporales.
Nos cosificaron para comerciarnos, para justificar el crimen de la trata
humana. Reivindicar nuestro ser espiritual y trascendente es una necesidad
política de defensa de nuestros derechos humanos.
La negritud afrouruguaya bailó y tocó tambores desde el dolor para conservar
la vida, clamando resistencia y libertad contra la esclavitud homicida llegada
en los barcos negreros donde los mayores más allá del sufrimiento, nos legaron
sus relatos, sus costumbres. Desafiando la muerte para poder dejarnos un legado
que hoy es patrimonio afrouruguayo intengible de la humanidad.
Toda esa riqueza cultural que nos trasmitieron las mayoras y los mayores
a pesar del horror de la esclavitud, no se restringe a pasos de baile. Si bien
puede haber un pie de danza básico, un ritmo equis, posturas, gestualidad,
actitud y más, hay que saber qué se está bailando y por qué!! De no ser así se
desvirtúa algo sagrado de pertenencia comunitaria que guarda la esencia del
candombe en los imprescindibles roles de mama vieja y gramillero.
Por ahí estamos en tiempos de recuperar el valor de esa afro mayoredad que
no estn por casualidad allí delante de los tambores como debería ser siempre, y
la mayor parte del tiempo “a la buena” con tradición y espontaneidad, representando
el sentido y el sentimiento de la cultura afro candombera del Uruguay,
emisarios de los saberes que nos permitieron llegar hasta acá a pesar del horror
del tráfico humano que padeció nuestra población madre africana durante las
invasiones europeas que no descubrieron nada y vinieron a saquear, asesinar y
someter a estas tierras, a sus originarios y esclavizados, dejando realidades
de exclusión imposibles de reparar.
Una masacre que; aunque no logró su fin último porque nos precisaban
para explotarnos, nos volvió población con desventajas sociales perpetuas. Aun
así, subalternizados, soportando humillaciones, torturas y muerte, forjamos
ciudadanía desde la raíz y esta sociedad no es verdaderamente democrática si nos
margina.
Atravesados por el racismo estructural que merma la calidad de vida por
el color de la piel y la racialidad, a pesar de eso el candombe de la población
afrodescendiente distingue a nuestro país en el mundo entero. Es por eso que
necesitamos enaltecer y dignificar todo lo que sean nuestras costumbres. Nunca
empequeñecerlas.
Cuidar el legado histórico y junto a él nuestra cosmología epistémica, nuestras
creencias e interpretaciones de mundo y sus misterios no impuestas sino propias,
es honrar el compromiso político de transformación enfocado a vencer las
inequidades raciales. Es buscar justicia social, es luchar por una mejor
democracia. Eso implica sostener la responsabilidad
de la memoria cultural e identidad étnico racial afrodiaspórica en sus
riquísimas expresiones, especialmente las vinculadas al ceremonial candombero.
En ese entendido y aunque la finalidad sea recuperar el valor de las
figuras típicas, pensamos que no deberían llamarse “técnicos de gramilla” las
personas que detentan estos saberes y los imparten en talleres y ámbitos
pedagógicos de educación afro centrada.
“Técnico” es una palabra estrictamente materialista que no abarca el contenido
más simbólico de tales saberes, aunque quien imparta los conocimientos lo haga
con profundidad, compartiendo la sensibilidad.
Nuestra tarea es jerarquizar lo que fue despreciado y depreciado por
siglos, no contribuir a la cosificación ni enfocarlo únicamente para concursos
con base europea como es el carnaval, en definitiva, una efemérides propia del
catolicismo, o sea ajena a lo afro.
Y para recordar; no olvidar; el Candombe es participación no es
competencia. Surge para sanar, para aliviar las penurias de la degradante
esclavización.
En principio la gramilla nos trae el conocimiento y la vibración de la
ancianidad…la etapa de la vida…donde hay cansancio junto a la experiencia…donde
hubo aprendizaje…donde radica el acervo de las costumbres, los ritos, las creencias
todo…el conocimiento y las prácticas de sanación física mediante hierbas y la
salud emocional o espiritual, el alivio energético, el equilibrio…El origen y
simbolismo refiere a la selva africana. Su frondosa vegetación pulmón del
mundo. Evoca la vegetación de la tierra africana de origen, especialmente las
hierbas y plantas de las zonas de donde provenían muchos afrodescendientes
esclavizados. Representa el vínculo con la naturaleza, la fertilidad y la vida.
En varias culturas bantú y yoruba, la hierba fresca es símbolo de renovación,
protección espiritual y conexión con lo sagrado. También puede aludir a las
hierbas usadas en rituales de purificación. El verde, como color, puede
asociarse con esperanza, abundancia y prosperidad. En resumen: la gramilla en
el candombe simboliza el lazo con las raíces africanas, la naturaleza y la
fuerza vital, además de ser un elemento estético y distintivo en la comparsa.
Decirle "técnico de
gramilla" a alguien que conoce el tema suena más bien extraño o chocante
dentro del contexto cultural del candombe, y explico por qué: La palabra
“técnico” se asocia más a lo técnico-operativo, algo medible y estandarizado. En
cambio, la gramilla en el candombe no es solo un objeto físico, sino un símbolo
cargado de historia, espiritualidad y memoria afrodescendiente. El saber sobre
la gramilla -su significado, uso correcto, contexto ritual- no se transmite
como una técnica fría, sino como un conocimiento cultural, vivido y muchas
veces oral. Por eso, en lugar de "técnico", sería más fiel hablar de Portadores/as
de saberes sobre la gramilla, Custodios/as de la tradición de la gramilla, Especialistas
en gramilla del candombe, Conocedores/as o referentes culturales de la gramilla,
Intérpretes de la gramilla -para resaltar que su valor no es solo material, sino también simbólico. Portador/a de
la tradición de la gramilla → destaca la transmisión de saberes de generación en generación. Es cuestión de
adoptar nombres que no solo sean fieles a los conocimientos
multidisciplinarios, sino que preserven la dignidad y profundidad del tema
afro.
Llamarlo
"técnico" no es exactamente un contradicción lógica, es un
desencuentro conceptual: reduce algo vivo y espiritual a una función mecánica.
La propuesta sería una
forma que conserve el respeto por lo espiritual y lo cultural. Buscar una
definición que sostenga una compleja labor que implica custodiar y transmitir,
de manera oral y vivencial, la memoria cultural y espiritual asociada a estas
importantísimas simbologías candomberas, asegurando su correcta preservación,
uso y comprensión en el contexto de las comparsas y las celebraciones
afro-uruguayas. ¡Axé!
Susana
Andrade