
La obediencia es una virtud. La obediencia... ¿Es una virtud? Supongo que algunas veces lo es y otras no lo es. Meditemos en el privilegio de poder pensar, disentir, discernir y cuestionar en un marco de respeto y una dinámica de simple meditación reflexiva algunas máximas o axiomas que nos inculcan casi desde la cuna, muchas son buenas prácticas sanas y sanadoras, material de convivencia que nos permitirá vivir en sociedad. Ahora también hay de las otras; malas costumbres, prejuicios, preconceptos, mezquindades, agresiones disfrazadas de buenos consejos, opresiones en formato patria y odios instalados que mejor sería que desterráramos ya que no ayudan al buen vivir en comunidad planetaria y al desarrollo como ciudadanía. Por ejemplo, seguimos ideológicamente colonizados y es necesario instalar la cultura decolonial a riesgo de continuar aceptando desigualdades sistémicas. Es tiempo de meditar los "no lugares" y la idiosincracia jerarquizadora de usos, tradiciones y costumbres. Las culturas no son mejores ni peores, son esencialmente diferentes como toda manifestación humana. Fuimos enseñados a no reflexionar sobre las cosas, a simplemente darlas por buenas porque provenían de las "autoridades", sin imaginar que subliminalmente mientras aprendíamos a sumar y restar, nos estaban adiestrando a obedecer y no educando en la diversidad cultural que nos habita y por ende, el respeto por nuestras raíces africanas e indígenas, ni en verdadera libertad de pensamiento por las memorias negadas e invisibilizadas. Nos obligaron a uniformizarnos y a adoptar modelos ajenos a nuestra identidad muchas veces, basados en paradigmas opresores matrizados desde el período colonial en la educación gratuita, laica y obligatoria. Ello fue ahogando la pluralidad de expresiones étnico raciales propias de indígenas y africanos tan nuestros y nuestras como todas las provenientes de otros continentes, formadoras de la macro identidad uruguaya, relegadas al rincón de los oscuros por decreto birreinal. Hoy, gracias al trabajo de hormiga de las poblaciones endémicamente desplazadas y su militancia incansable, existen espacios de intercambio y ya no es un privilegio poder pensar, buscar la equidad racial, la justicia social, luchar contra el racismo estructural y normalizado, y cuestionar para bien público algunos paradigmas impuestos por la cultura dominante. Antes nos era negado el conocimiento por ser herramienta de conciencia y liberación, cuando decidieron masificarlo, lo transformaron en instrumento de reproducir y aumentar desigualdades sociales enquistadas en el sistema social político estatal. Nada es inocente en estas historias de exclusión. Axé!
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