viernes, 2 de agosto de 2019


Mujeres negras toda la vida
Ser afrodescendiente es un signo de identidad por el mundo.
Descendientes de la diáspora obligada por la trata transatlántica esclavista, producto luego del sangrado económico de las riquezas del continente africano incluída su gente hasta la actualidad.
Nos hermana el color de la piel no digamos ya negro, sino el “no blanco”.
Es que los modelos o paradigmas se impusieron desde la dominación colonialista y es difícil deconstruír una postergación histórica de más de quinientos años.
Fueron países europeos que invadieron las luego llamadas Américas y el Caribe, sembrando la semilla de la desigualdad y los privilegios, las jerarquías culturales.
Y aunque el sistema desprecia por igual lo que no se adecua a su “mandato de masculinidad” al decir de Rita Segato, donde los símbolos de poder son fálicos, eurocentristas, heterosexuales, blancos, y si es posible conservadores en sus tradiciones sagradas, ser mujer negra es estar condenada a la triple exclusión si también se es de condición humilde, lo cual es la regla.
Y ojo que el dinero no nos salva del racismo.
Esa concepción nazi de la superioridad racial, germen de los hoy tipificados delitos de odio, se impone más allá de la plata que tengas en el bolsillo.
La ansiada equidad étnico racial y de género nos desafía ya que nos es negada histórica y estructuralmente  y por ella es necesario luchar pacíficamente sin descanso, incluso desde lo institucional.
Destaco los esfuerzos de la sociedad civil por avanzar en igualdad. La gente que lucha organizadamente o desde sus lugares de relacionamiento, sea trabajo, estudios, gremio, hogares, el arte y demás.
Destaco los avances de nuestros últimos gobiernos buscando la felicidad de la gente sin distinciones, focalizando acciones afirmativas en poblaciones vulneradas. Porque el abuso se vale del silencio para continuar existiendo. Y la negación, es una de las pandemias que impide la plena expresión de las democracias en su pluralidad ciudadana.
En el Decenio de los Afrodescendientes del que transcurren cinco años, en este mes donde conmemoramos a Nelson Mandela y a las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, con un Plan Nacional contra el Racismo, con ley de cuotas afro, con agenda MIDES de programas tendientes a posicionar el tema derechos y desarrollo social de las y los afrouruguayos y la promoción de la equidad racial, creo que el empoderamiento y la participación son fundamentales.
La batalla sigue siendo por lograr cambios culturales, que haya sensibilidad de convivencia, que los seres humanos nos respetemos en tanto tales y no por el aspecto exterior, las peculiaridades físicas, o el lugar de origen.
Es un cambio de paradigma en los modelos de desarrollo lo que necesitamos.
La diversidad debe transformarse en una riqueza a disfrutar y no una carga a padecer.
Tenemos responsabilidad colectiva de cambiar para mejor la sociedad que integramos. De lo contrario, el malestar en un sector de la población nos afectará fatalmente.
La legislación, los programas y políticas públicas son útiles en tanto sean sustento de actitudes cotidianas que usemos en procura del bienestar común.
Que este día de celebración de la negritud femenina nos sirva de lección para homenajear las raíces afro de nuestra macro identidad uruguaya.
Celebremos el mes afro y tengamos presente que la lucha amorosa por justicia social, se libra las 24 hs cada día durante toda la vida. ¡Axé!