miércoles, 27 de octubre de 2021

A PROPÓSITO DEL MACHISMO POLÍTICO

La forma en que se estila resolver ciertos problemas en la interna de los grupos políticos, cuando de maltrato y de maltrato político de los hombres hacia las mujeres se trata, no siempre se acompasa con la ética feminista y la perspectiva de equidad de género mal que nos pese. Tampoco con las leyes actuales, porque legislación afirmativa se ha logrado -aunque no haya presupuesto acorde- y sin embargo las costumbres vienen rezagadísimas, seguimos inmersos en un sistema racializado y patriarcal, porfiado en supremacías heteronormativas y machocráticas en distintos ámbitos del quehacer humano.

Y no hablo de nadie en particular ni personas ni partidos, hablo de la generalidad a la que nos toca asistir en ocasiones, situaciones de estado público, otras con mayor o menor grado de secretismo.

No voy a poner ejemplos y quien no debe, no tema. Es necesario mirar este problema en serio.

Si dejamos pasar la violencia política en bien de la política, algo raro hay.

Voy a decir lo que pienso.

Si alguien se siente tocado o amenazado sepa que es mi intención. Sí, entendieron bien.

Tengo toda la intención de que de estas cosas se hable, que se destapen tachos de basura y de que no se barra debajo de la alfombra cuando de violencia basada en género se trata, del grado que sea y donde sea.

Unas alimentan las otras.

Tampoco estoy proponiendo que los agresores sean linchados ni ahorcados en la plaza pública como las esclavas del Rincón. Sin embargo, definitivamente la tapadera es la mejor forma de contribuir con lo peor. Y por el antecedente que sienta, será difícil exterminar injusticias de esa categoría a futuro, por más leyes, protocolos y tribunales éticos que se inventen.

Un partido político existe en función de transformar la realidad adversa sin violencia y hacer posible lo necesario desde la administración del poder. Y cuando de poderes se trata, ahí es que no se procesan bien los roles si las disputas o contiendas se basan en el sexismo y la masculinidad mal entendida. Esto desnaturaliza la lucha transformadora y hace trizas el sentido de la construcción colectiva.

Más allá de la actuación judicial si amerita, quien ejerce violencia de género desde un lugar partidario debe ser escarmentado y señalado para ayudar a exterminar este flagelo, no solo por lo que hizo, sino porque se supone que es un referente donde mucha gente se ampara para solucionar sus problemas, tiene una cuota de responsabilidad por el emblema democrático que ostenta, la gente deposita confianza en él por lo que representa y por eso el daño se multiplica. Hace mal socialmente esconder o disimular la agresión.

Tiene un costo político ventilarlo claro que sí, también es enorme e irreversible el costo humano que puede tener ocultarlo, hablamos de perpetuar la cultura de la brutalidad machista que deriva en femicidios y orfandad. Y hasta por el buen nombre de los varones honrados que son la mayoría de los que acompañan el trabajo partidario y nada tienen que ver con los “vivos de siempre”.

Un abusador, un prepotente o degenerado, no tiene color político.

No son de izquierda, de derecha ni de centro. Son escoria de la sociedad y listo.

Muchos de ellos ni siquiera se puede decir que hayan cometido un error que podría suceder. Si se investiga un poquito nomás, casi siempre han llegado hasta donde están con formas autoritarias más o menos solapadas. Suelen mostrar la hilacha cuando las papas queman porque no admiten ser “iguales” a una mujer. No es que le erraron; SON misóginos. Desprecian la actuación política femenina y detestan la contienda con su contra género porque les hace sentir menos. Es una discriminación por sexo que existe desde que el mundo existe, solo que hoy la combatimos, tenemos pensamiento crítico, buscamos la inclusión, trabajamos para eso. Si no predicamos con el ejemplo y con actitudes realmente positivas cuando hay certezas, inevitablemente retrocedemos. Perjudicamos no solo a la bandería política de que se trate, también al componente masculino honesto que no tiene por qué ser juzgado por uno, tres o cinco crápulas.

Frente a los hechos consumados que siempre apestan, habrá varias estrategias, desagradables todas ya que el asunto en estos casos es repulsivo. Sin embargo, lo más malo de lo malo es tapar, minimizar, folcklorizarlo, darlo a conocer como un hecho menor, naturalizarlo, que quede por un chás chas en la cola, al rincón y ta.

No, definitivamente NO. Para eso existen las y los suplentes para cuando un titular se enferma o muere. Y el machismo es una enfermedad contagiosa que mata y asesina. Que venga quien le sigue, y vos violento o abusador quedate ahí, decí “me arrepiento” y seguí militando si las circunstancias lo permiten, andá a terapia y demostrá que cambiaste. Oportunidades para eso siempre habrá porque las banderas necesitan manos para enarbolarlas, solo que dignamente.

Desprendides de toda pasión, si nos silenciamos ante la barbarie, enseñamos a las víctimas a callar mientras los criminales y el crimen siguen impunes. Justamente quienes decimos que queremos transformar el mundo porque está todo muy mal, nos someteríamos al poderío de la violencia. Pensemos un momento y esto no puede ser así, lo inventaron los bandidos para disimular sus fechorías y llegar a cargos altos pisando mujeres o a quien pinte más débil. Las personas esforzadas en la convivencia pacífica digamos de verdad ¡Basta!

Empezando porque no se sabe lo que no se hace y es más contundente un rumor que mil verdades no dichas.

La gente queda caliente, enojada, indignada… ¿Hay necesidad?

Y además de colaborar con el orden patriarcal y con la violencia política, seguimos permitiendo que los machistas sigan ascendiendo. Sinceramente es asqueroso y obedece a un patriarcado reinante que se filtra en todo y con el que no quiero colaborar.

Siento que soy cómplice si me callo, me perdonan o no me perdonen si no quieren.

Las transformaciones culturales se distancian de los discursos vacíos.

Por más cosas que se firmen y afirmen, son los hechos los que predican y es lo que realmente ve y percibe la población. El silencio siempre es aliado de los abusos y de los abusadores. O cambiamos de verdad, o seguimos tirando el tiempo, el esfuerzo de la militancia y al final los cuerpos de nuestras mujeres asesinadas, parece duro y lo es. No nos engañemos; con los secretismos el único que se beneficia es el perpetrador.

Ocultar la podredumbre machirula como popularmente se conoce, no le hace bien ni al partido político ni a la política porque acuna y promueve vicios.

Posiblemente el señalado no cometa más agresiones porque lo descubrieron, pero el gurí que nos mira, que se está formando… Qué mensaje dejamos para el futuro que decimos querer mejorar si a la hora de la denuncia social ante algo tan grave como la fuerza bruta, nos sentimos violentados por una disciplina política que al fin ampara al machista y sus “pecadillos”? En bien de qué? De las fuerzas sociales integradas mayormente por mujeres no será. Cuánta hipocresía le estaremos enseñando a la juventud a la que exigimos participación, si nos encargamos de enseñarles disvalores con algunas de nuestras actitudes obsecuentes. Casi seguro puedan ironizar después: “Así que antipatriarcales, no?”

Fieles a qué seriamos en ese caso? Al club de Toby? Una tristeza “fuenteovejuna” porque nadie tiene culpa y todes la tenemos un poco, en tanto víctimas de un sistema estructuralmente excluyente y desigual que necesitamos cambiar urgentemente y de raíz, porque hay muchas mujeres y niñez sufriendo hace demasiado tiempo. Y es mentira que el partido exige sacrificios; al menos nunca el de callarnos frente a los violentos.

Eso es lo que nos hacen creer para darnos manija con la culpa que está inculcada en nuestro adn femenil desde el nacimiento, con la finalidad de que nos auto flagelemos con alegría. Una convicción espuria de que tenemos obligación de sufrir por el bien de los demás que casi siempre son hombres qué casualidad.

Las relaciones de poder en clave de inequidad están instaladas no importa lo que votemos. Eso es un hecho.

Si hasta legislan para la tribuna, total cuando quieren nos dan un grito y nos asustan, nos venden un cargo por favores sexuales, o igual nos humillan en público y nos mandan guardar. Son leyes no escritas refrendadas por la costumbre que solo con acciones que hoy parecen arriesgadas podemos impedir que se sigan repitiendo. Y contamos con ayuda varonil para quitar estas violencias lo sabemos.

Y vuelvo a qué le enseñamos a la gurisada; hacé lo que yo digo pero no lo que yo hago?

Si te grita tu pareja denúncialo pero si es un compañero tapalo?

Hay conferencias regionales, hay convenciones, protocolos y más. Lo que falta es vergüenza. Algunos se siguen pasando los derechos políticos de las mujeres por donde no les da el sol en vez ayudar a garantizarlos en los hechos como rezan los textos, las leyes y las conferencias. Política cómplice del sistema patriarcal, no es política. Y si no, vamos a estar como dijo Groucho Marx: ”Estos son mis principios…y si no te gustan tengo estos otros.” Para tomarlo con un poco de humor y poder seguir adelante. Axé!

SUSANA ANDRADE