Un llamado a la Reconexión Espiritual, Política y Transcontinental
Los cultos afro en América Latina -Candomblé, Umbanda, Batuque,
Santería, Palo Monte, Ifa, Kimbanda entre otros- son más que expresiones
religiosas: son territorios simbólicos de resistencia, herencia viva
del África ancestral y respuesta cultural a siglos de colonización,
esclavitud y silenciamiento. En cada tambor que suena, en cada ofrenda a
los orixás, inkisis, o loas, se afirma una identidad que ha sido
negada, perseguida, torturada, invisibilizada, y a pesar de eso nunca se
extinguió.
La Umbanda, religión afroamericana legendaria con su impronta
afrobrasileña, es manifestación viva de la resistencia espiritual y
cultural de los pueblos afrodescendientes, herederos del legado ritual
milenario de las víctimas del tráfico humano. En su sincretismo se
entretejen elementos del Africanismo, Cultos Indígenas, Espiritismo
Kardecista y Cristianismo, aunque su raíz profunda se adentra en el
continente negro: en sus orixás resuenan los ecos de los ancestros
esclavizados, de los pueblos yoruba, bantú, yeye, y otros que,
arrancados de la Tierra Madre, supieron preservar en América sus
cosmovisiones, saberes y ritos ceremoniales.
En este contexto, la noción de la Sexta Región de la Unión Africana
-que reconoce como parte del cuerpo político y cultural del continente a
la diáspora africana esparcida por el mundo- cobra especial relevancia.
No se trata únicamente de religiosidad ni de una reivindicación
identitaria, sino de un factor sociopolítico determinante para articular
la memoria, el derecho a la reparación y el protagonismo de los pueblos
afrodescendientes en el diseño y construcción de un futuro compartido y
auténtico.
Lo Afro Sagrado en su esencia inclusiva, profundamente humana y
ecológica, puede y debe vincularse con esta iniciativa de plataformas
políticas reparatorias en términos de equidad racial.
Las comunidades afro religiosas, desde América Latina y el Caribe,
tienen el deber histórico de reconocerse como parte activa de la
diáspora africana. Sus prácticas litúrgicas, su ética de justicia y
veneración a la naturaleza, y su mensaje de respeto a la diversidad
humana y sus mundos no visibles, son aportes significativos a un
proyecto de unidad transcontinental.
Articular cosmología afro con la Sexta Región, es afirmar que la
espiritualidad también es política. Es tender puentes entre continentes,
visibilizar los aportes africanos a nuestras sociedades, y hacer del
culto una forma de diplomacia cultural. Es una oportunidad de reconexión
con África no solo como pasado, sino como presente transformador y
destino compartido.
Hoy más que nunca, los terreiros deben ser también espacios de
conciencia panafricana. Porque, como nos enseñan los Orixás, no hay
espiritualidad sin justicia, ni libertad sin memoria. En ese marco, la
propuesta de la Sexta Región de la Unión Africana representa una
posibilidad histórica: pues por primera vez, la diáspora africana global
es valorada como parte estructural del continente madre. No como un
apéndice, sino como una región más; con voz, con agenda, con derechos.
Este reconocimiento interpela directamente a las comunidades
practicantes de religiones afro en regiones caribeñas y en las américas
invadidas, que han sido guardianas silenciosas de un legado espiritual
que une continentes.
Integrar los cultos afro al proyecto político de la Sexta Región,
implica entender que la espiritualidad también construye ciudadanía y
pertenencia. Estas filosofías del mundo trascendente y sus expresiones
de fe basadas en las fuerzas naturales, no son sólo acervo de
tradiciones religiosas: son parte de una diáspora con historia, con
memoria colectiva y con un papel activo en la construcción de puentes
entre África y sus hijos dispersos.
En lenguaje institucional; la Unión Africana (UA) creada en el 2002
como sucesora de la Organización para la Unidad Africana (OUA), está
compuesta por los 55 estados miembros que conforman el continente
africano pensado en cinco regiones geográficas. Estos países trabajan
juntos para abordar desafíos comunes como la paz y la seguridad, el
desarrollo socioeconómico, la gobernanza y los derechos humanos. Esta
integración responde a la necesidad de los países africanos de
fortalecer la unidad y la cooperación, superar las divisiones históricas
y las provocadas por los poderes coloniales capitalistas, descolonizar
las mentes y las realidades y promover la solidaridad entre los estados,
avalar el desarrollo impulsando el crecimiento económico y social del
continente a través de la cooperación en comercio, educación, salud y
otros sectores. También busca garantizar la convivencia y el equilibrio
socio económico trabajando para prevenir y resolver conflictos,
promoviendo la estabilidad en la región. Abordando metas comunes,
actuando como plataforma para que los estados miembros puedan enfrentar
de manera conjunta los conflictos que afectan a todo el continente, como
el cambio climático, la pobreza endémica y las enfermedades.
La «Sexta Región» de la Unión Africana refiere a la Diáspora
Africana, es decir, las personas de origen africano que viven fuera del
continente, reconociéndola como una extensión del continente,
unificándola bajo un mismo proyecto político y cultural. Una visión de
desarrollo y unidad afrocentrada, un reconocimiento de los lazos
culturales, históricos y políticos que unen a las personas de origen
africano en diferentes partes del mundo. En resumen; es una plataforma
para la acción común, buscando la unidad, el desarrollo, la armonía y la
confianza en el continente.
Visualizando que dividirnos también fue y es una estrategia política
supremacista de destrucción para la fácil depredación de las riquezas
territoriales y de nuestras gentes.
La UA considera a la diáspora como un recurso valioso y una
oportunidad para la participación en el desarrollo del continente.
Engloba a personas de origen africano que residen en otras partes del
mundo, independientemente de su ciudadanía o nacionalidad. El
reconocimiento de la diáspora como Sexta Región, busca fortalecer la
participación en los órganos y actividades de la UA, así como fomentar
su implicación en el desarrollo de África.
Hoy, en un contexto de creciente racismo estructural y
neocolonialismo cultural, los cultos de matriz afro pueden ser vehículos
de empoderamiento, diálogo y soberanía emocional. Reconocerse como
parte de la Sexta Región es recuperar la dignidad robada, es asumir una
posición de interlocución con África, y es consolidar un eje
espiritual-político que reivindique la cultura negra no solo como
pasado, sino como proyecto de futuro con espiritualidad, identidad y una
política transcontinental que nos hermane en las reivindicaciones y en
las propuestas.
África es la Madre que nos llama, no solo con la sangre, sino también
con la fe. Los cultos afro, perseguidos, demonizados, invisibilizados,
pueden ser el canal más potente de esa reconexión necesaria, de esa
herramienta decolonial y contra hegemónica que nos reivindique como
pueblo afrosoberano para unir destinos de derechos humanos respetados y
reparados.
Uruguay es portador del Ubuntu universal africano y estamos para colaborar.
Porque donde hubo dolor, hoy debe haber alianza.
Y donde hubo silencio, debe haber voz.
Susana Andrade